ANÁLISIS

Transición energética, otro tren que llega a nuestra estación

La puerta del futuro está abierta, pensemos seriamente en lo que quisiéramos lograr, en los obstáculos que hay que vencer.

Por Héctor Córdova Eguívar, Analista e investigador del sector minero en Fundación Jubileo

El mundo avanza hacia un escenario libre de emisiones de carbono, impulsado por la generación de energía renovable y limpia, con un impacto ambiental mínimo. Sin embargo, estos objetivos no siempre son plenamente compatibles, y avanzar en algunos puede comprometer otros. En esta transición, el medioambiente suele ser el eslabón más débil de la cadena, y el que, en última instancia, paga las consecuencias.
Las potencias económicas del mundo, analizando la evolución de los acontecimientos energéticos, geopolíticos y, particularmente, económicos, han puesto atención especial en las cadenas de suministro de las materias primas que son vitales para manejar la transición energética, mantener su ritmo de crecimiento y de consumo. En este contexto han estudiado sus posibilidades de autoabastecimiento y los orígenes de donde llegarán aquellos elementos de limitada disponibilidad local. Así, han clasificado a decenas de elementos en función de dos criterios: riesgo de suministro e importancia económica. Lógicamente, esta categorización no es la misma para cada potencia; pero hay varios elementos comunes.
Las estrategias diseñadas a partir de esos estudios, también, son diferentes. Algunos países han comenzado a recorrer el sur del mundo a partir de información antigua, satelital o inferida, en busca de yacimientos de estos elementos críticos. Otros decidieron incorporarse a procesos productivos que extraen esos materiales y que ya están en marcha. Otros incentivan a países susceptibles de contar con esos recursos para que se lancen a la aventura poco arriesgada de explorar, encontrar y explotar alguno ó algunos de esos metales críticos.
La mayor parte de estos minerales están dispersos por todo el mundo, con espacios privilegiados en los que se aglutinaron y de donde se pueden extraer con grandes ventajas económicas; sin embargo, las bajas concentraciones, incluso de estos lugares, generan grandes volúmenes de tierra desplazados y el impacto ambiental de la extracción es inmenso.
En los próximos años, habrá grandes capitales para investigar, explorar, explotar y aprovechar la presencia de esos metales en nuestro territorio. Naciones Unidas recomienda no quedarse en la exportación de materias primas, sino, darles un valor agregado antes de venderlas.
No es pequeño el desafío que tenemos frente a nosotros. El Ministerio de Minería y Metalurgia, en su anterior rendición de cuentas mostraba que había varios lugares en el país donde habría algunos de estos metales críticos. Es decir, tenemos lo básico para aprovechar la coyuntura. Ahora, para lograrlo se deben dar muchos pasos: formación de personal altamente calificado, creación de las condiciones para la extracción, diseño de un proyecto estratégico que nos muestre cómo superar nuestras debilidades, reforzar nuestras escasas fortalezas y no dejar pasar, como en otras ocasiones, el tren del futuro delante de nuestras aspiraciones.
Se generaría empleo de calidad, bien remunerado y estable, que podría ampliar la brecha entre los que tienen trabajo formal y los que tienen empleos precarios; pero, para evitarlo, el gobierno tendría hacer que estos proyectos sean inclusivos e integrales y no sólo montar una planta y olvidarse del contexto.
La elaboración de un plan de desarrollo, a partir de la explotación de estos recursos, es imprescindible para conseguir el despegue nacional. Hasta ahora, hemos despilfarrado nuestra riqueza, hemos desaprovechado oportunidades o, simplemente, hemos sido incapaces de generar las condiciones para sacar una mejor tajada de los dones que nos puso la naturaleza a nuestro alcance.
El caso del litio es un ejemplo que no se puede dejar en el olvido. Hace dieciséis años, hemos partido con ventaja sobre los vecinos. Tuvimos la idea clara de los objetivos, clara la política; no tan clara estrategia; pero nos quedamos a medio camino. Ahora los vecinos nos han sobrepasado en todos los frentes. De ser el modelo para seguir, pasamos a la incertidumbre y a la desilusión.
La tecnología, que avanza sin detenerse, tiene que ser nuestra aliada para mitigar el impacto ambiental. No podemos hacer como con la explotación del oro, gran riqueza de todos que va a parar a las manos de pocos y destrucción brutal de un ecosistema tan frágil como la Amazonía, sin dejar nada para el país.
La puerta del futuro está abierta, pensemos seriamente en lo que quisiéramos lograr, en los obstáculos que hay que vencer y, sobre todo, en que, siendo coherentes, con nosotros mismos y con los posibles socios, podremos salir del momento que parece asfixiarnos. La historia nos da otra oportunidad, aprovechémosla.

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