OPINIÓN

Con el litio, ¿otra vez extractivismo?

La incesante búsqueda de alternativas a las baterías de litio hace prever que, más temprano que tarde, los sustitutos, si no desplazarán, al menos le reducirán su mercado, 200 años es demasiado tiempo para alegrarnos tanto.

POR: Hector Córdova, analista minero FUNDACIÓN JUBILEO

Ningún país tiene más litio que nosotros! Esta información ha sido primera plana y, sobre todo, infla nuestra autoestima y nos hace pensar que, en algo, somos el número uno del mundo. ¿Nos sirve de algo más este dato? ¿Vendrán grandes inversiones externas al saberlo? ¿Cambiaremos nuestra forma miserable de construir nuestro futuro?

Las respuestas a estas interrogantes están condicionadas por factores internos y externos de manera profunda. Se dice que con nuestro litio podemos satisfacer la demanda de todo el mundo durante 200 años. Pero ¿el litio tendrá la importancia que tiene hoy, dentro de unos años? Lo que se ve, como algo normal y natural, es que, al menos, un indicador determinante – la cotización del litio – es extremadamente volátil.

Esto no permite ni siquiera un plan de corto plazo. Por otro lado, la incesante búsqueda de alternativas a las baterías de litio hace prever que, más temprano que tarde, los sustitutos, si no desplazarán, al menos le reducirán su mercado, 200 años es demasiado tiempo para alegrarnos tanto.

Antes de conocerse la información de la cantidad de litio que hay en el salar de Uyuni, habían venido al país, con avidez, representaciones de varios países prometiendo todo para tener bajo su control la explotación de la materia prima. Después de saber la cuantía del potencial del salar no se han multiplicado los inversores ni ha cambiado la avidez.

Cuando, el 2008, se tomó la decisión de no exportar el litio como materia prima y más bien ser nosotros los que fabriquemos baterías, la mayor parte del país aceptó la idea. Se dieron cifras de la producción de carbonato de litio, de cloruro de potasio, se mostró la tecnología que se utilizaría para obtenerlos; pero, un análisis básico mostraba que algo no estaba claro. ¿Cuántas baterías se estaba pensando producir? ¿Cuál iba a ser el mercado? ¿Cómo íbamos en la provisión de insumos y tecnología?

Dimensionar las fábricas de baterías nos diría, con precisión, cuánto de litio necesitamos y cuánto de los otros insumos. Esta información sí es valiosa. Con ella podemos decir si la tecnología usada para la extracción del litio es adecuada o no, si lo que se ha hecho hasta ahora está bien.

El tamaño de esas fábricas depende, sobre todo, del mercado y éste, de las negociaciones que se deben llevar a cabo con probables consumidores sobre plazos, costos, calidad y otros detalles. Los costos están condicionados por la tecnología usada, los procesos y la provisión de materia prima. La tecnología debemos comprarla ineludiblemente. La materia prima no es sólo el litio (este metal no representa más del 5% de la batería) y, si tuviéramos que importar el restante 95%, el costo de producción sería más alto que el de la competencia.

Bolivia ha detenido su desarrollo industrial hace cien años. No tenemos la industria básica para alimentar a otras industrias. Por tanto, si queremos que los costos de la producción de las baterías sean competitivos, debemos producir esos insumos en el país. Los responsables del proyecto del litio habían anunciado la puesta en marcha de 41 fábricas de estos insumos. Esta es una tarea titánica que implica un trabajo sincronizado y de precisión relojera. ¿Tenemos la disponibilidad de la materia prima para esas fábricas? ¿Hay agua, energía, talento humano disponible, logística necesaria para emprender ese desafío gigantesco? La ingeniería de gestión tiene que ser llevada a cabo por un equipo de alto nivel de preparación y experiencia para llegar a buen puerto en este intento.

Cuando se anuncia que utilizaremos una tecnología de extracción directa del litio para incrementar la recuperación y la cantidad producidas y no se menciona la demanda de litio de nuestra posible fábrica de baterías y, sobre todo, cuando no se ve avances para determinar el tamaño de esa fábrica, la conclusión sencilla e inmediata es: hemos retrocedido y el objetivo ya no es la exportación de productos con valor agregado. Otra vez nos quedamos en el extractivismo. Retornamos al carril que se nos ha asignado históricamente. Debemos aparecer en las estadísticas de exportadores de litio. Adiós sueño de dominar el mercado de las baterías.

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