A pesar que la minería superó en valor a los hidrocarburos, las exportaciones bolivianas siguen siendo “tradicionales”.
Hace 123 años se iniciaba la historia hidrocarburífera en Bolivia, con el descubrimiento -accidentalmente- de una emanación de petróleo en Mandiyuti, al sur del departamento de Santa Cruz. De aquí salió la primera producción comercial de petróleo que se vendía en la ciudad de Sucre.
La historia refleja que la economía boliviana dependió de los recursos extraídos de la tierra, como lo fueron la minería, hasta finales del siglo XX y el gas natural en el nuevo siglo. De hecho, el país seguirá dependiendo de los hidrocarburos por muchos años más, dados los ambiociosos planes de exploración que tiene el Gobierno.
La estatal YPFB informó la semana pasada que entre los años 2017 y 2025 tiene programado invertir, inicialmente, $us 1.619 millones en 34 pozos ubicados en las provincias hidrocarburíferas Madre de Dios, Llanura Beniana, Subandino Norte, Llanura Chaqueña, Pie de Monte y Subandino Sur, que ocupan el casi el 40 por ciento del territorio boliviano.
Del total referido, entre el 2017 y 2018, la estatal petrolera aseguró que ya invirtió $us 259 millones de dólares en 5 pozos exitosos que pasaron a la etapa de producción y uno que brinda información valiosa para la perforación de un segundo. Entre el presente año y el 2021 se tiene aprobada la inversión de $us 626 millones para concluir la perforación de 12 pozos exploratorios que ya se hallan en ejecución; y se estima realizar una inversión de 734 millones de dólares para cumplir la programación de 16 pozos desde el año 2022 hasta el 2025.
EXPORTADOR DE MATERIAS PRIMAS
Todas estas inversiones apuntan a seguir exportando gas natural, siempre con el anhelo de volver a las épocas doradas, como lo fueron desde el 2004 hasta el 2014, periodo en el que se culminó con las más altas cifras de exportaciones, $us 13 mil millones el último año, según datos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).
El gerente de la entidad, Gary Rodríguez, indicó que desde 2015 en adelante las exportaciones han ido cayendo, hasta que en 2018 se ha registrado una recuperación, considerando los $us 9.065 millones que se exportaron, versus los 8.338 millones de 2017. “Esto quiere decir que en el 2018 hubo una recuperación en términos de valor en un 9%”, dijo Rodríguez, al destacar el repunte de la minería sobre los hidrocarburos, los dos sectores considerados “tradicionales” de las exportaciones de Bolivia.
En lo que va del 2019 -hasta mayo- las exportaciones totalizan $us 3.410 millones, cifra que tiene un 9% menos en términos de valor comparativamente al mismo periodo de 2018. “Esta baja se está dando no solamente porque los precios internacionales (de las materias primas) han disminuido, sino también por una disminución en un 24% del volumen exportado, y esto se está reflejando principalmente en el caso del sector de hidrocarburos”, señaló Gary Rodríguez.
LA TRADICIÓN EN EXPORTACIONES
Por enésimo año consecutivo, las mayores exportaciones de Bolivia continúan siendo las “tradicionales”, es decir, hidrocarburos y minerales (79%) por encima del sector no tradicional (21%), es decir los sectores agroindustrial y un porcentaje menor con manufacturas.
Cabe señalar que de ese 79% de las exportaciones tradicionales, a minería ocupa 48 puntos porcentuales. Los minerales han totalizado $us 1.602 millones y los hidrocarburos $us 1.062 millones. “Son los minerales los que están por encima de las ventas de hidrocarburos y esto por razones de la disminución del volumen de exportación de gas natural al Brasil y a la Argentina”, resaltó el gerente del IBCE.
En términos del balance comercial en intercambio con el mundo, en materia de hidrocarburos, hasta el mes de mayo las exportaciones totalizaron $us 1.062 millones, mientras que las compras de combustibles y lubricantes sumaron $us 754 millones, dejando un saldo favorable para el país de $us 308 millones. Bolivia es un país importador de diésel y gasolina, y solo exporta gas natural.
EL CAMBIO DE RUMBO
Para Gary Rodríguez no es difícil pensar que en un futuro próximo, Bolivia pueda depender más de sus exportaciones no tradicionales que de la venta de recursos extractivos y no renovables. “Contamos con nuevos mercados que se están abriendo, como el caso de los mercados de China, Vietnam, Rusia o India para productos no tradicionales, entre ellos la carne, la castaña, la quinua, soya y ojala, en breve, se abra la Unión Europea para el sector de las maderas”, sostuvo Rodríguez, mientras detalló que el rubro maderero podría exportar, sin dificultades, unos $us 3.000 millones.
“Lo que necesitamos es que se agilicen las políticas para poder mejorar la productividad y la competitividad de este sector y para agregar valor a nuestros productos del agro. Concretamente estamos hablando de biotecnología, por ejemplo, en lo que respecta a la soya o al maíz o al algodón. Creemos que con este recurso tecnológico la productividad va aumentar, van a disminuir los costos de producción y nuestras exportaciones de soya, de oleaginosas y del rubro agroalimenticio, podría multiplicarse tranquilamente por seis veces en términos de volumen”, acotó.
El comercio exterior para el desarrollo
No existe un país que se sostenga así mismo con sus compras y ventas, para sobrevivir tiene que exportar. En un nivel macroeconómico, la exportación de bienes y servicios resulta positiva para la balanza comercial, cuenta corriente y de pagos de cualquier país; es una fuente de demanda para la
producción doméstica de bienes y multiplica el producto y los ingresos de la economía en general, y de los agentes económicos participantes.
Este concepto económico es respaldado por Gary Rodríguez, quien precisa que el comercio exterior es imprescindible y las exportaciones mucho más. “Si no, veamos qué es lo que ha pasado con los tigres del Asia, como es la China comunista que en tan poco tiempo, gracias al impulso que dio a su integración al mundo y a su sector exportador manufacturero, hoy por hoy es el primer exportador del mundo, la segunda potencia económica mundial y sus estándares tecnológicos que ha logrado son definitivamente envidiables”, puntualizó.
Para ello, el gerente del IBCE expresó que se necesita un trabajo sinérgico, una visión de largo plazo donde el sector público y el sector privado compartan esa visión. “Sus responsabilidades significarían el éxito económico y social para Bolivia, y algo que preocupa a los organismos internacionales, el no retroceder en lo que se ha avanzado, principalmente en lo social. Hay que ver qué es lo que está pasando en Venezuela, en Brasil, en Argentina y otros países; hay que aprender de los errores ajenos y tomar decisiones valientes, inteligentes y raudas para salir adelante”, aseveró.