La integración al Consejo Mundial de Energía (CME) permitiría al país alinear sus políticas y estrategias con estándares internacionales, fortaleciendo su posicionamiento en el panorama global.
El sector energético atraviesa por importantes cambios, marcados por la necesidad de avanzar hacia modelos más sostenibles y justos. Bolivia, en este escenario, enfrenta el desafío de modernizar su sistema energético, no solo para cumplir con demandas ambientales, sino también para impulsar su desarrollo económico y social. En esta razón, sumarse al Consejo Mundial de Energía (CME) se perfila como una buena oportunidad para adoptar mejores prácticas internacionales y posicionarse de manera más competitiva en el escenario global.
El Consejo Mundial de Energía -CME es una comunidad global con base en Londres, que reúne a más de 3.000 miembros en 100 países en el mundo, con una visión común: humanizar la energía mediante una transición gradual hacia la generación y uso de energía más limpia.
En abril de 2024 se realizó el 26° Congreso, celebrando los 100 años de vida de esta organización independiente e imparcial, que aglutina a gobiernos, industrias, corporaciones privadas y públicas, líderes energéticos, innovadores, la sociedad civil y la academia.
En 2010 se introdujo el Esquema del Trilema Mundial de Energía -TME como herramienta de seguimiento a los avances en la transición energética. El TME se basa en tres dimensiones de análisis: seguridad energética, equidad y sostenibilidad ambiental.
“El reto para cada nación es encontrar un balance entre los tres conceptos, de tal manera de transitar hacia sistemas energéticos más saludables; es decir, sistemas que operen en contextos de descentralización, descarbonización y digitalización”, dijo la experta en energía, Susana Gonzáles.
El Informe 2024 del TME, en su 15ava versión, presta especial atención al impacto de factores externos como la recuperación postpandemia y la guerra en Ucrania en las regiones de Europa, Norte América, Latinoamérica, Asia y África.
Aunque Bolivia no es miembro oficial de CME, se colaboró con el equipo técnico para Latinoamérica, aportando alguna información del país para la elaboración del Reporte 2024 del TME, explicó.
De acuerdo con la nomenclatura desarrollada y la información recolectada por los equipos de trabajo para la gestión 2023, los resultados se ilustran en el siguiente mapa global: (ver mapa)
En color naranja, resalta el 25% de los países “top” con el mejor desempeño. Bolivia, México y Guatemala se encuentran en el rango 50%-75% (color azul claro), mostrando un desempeño regular. Bolivia ocupó el puesto 57 de 99 países incluidos en el análisis.
Asimismo, dijo que el índice del TME compara el desempeño general de los países según cómo gestionan el balance entre las tres dimensiones analizadas, asignando la letra “A” al mejor. Bolivia fue calificada con las letras ACB según los criterios a continuación: (ver cuadro)
Dimensión | Definición | Criterios | Tendencia 2011-2021 | Desempeño 2023 |
Seguridad energética | Capacidad de satisfacer la demanda de energía de manera confiable y continua | Independencia de importaciones Diversificación en generación eléctrica Almacenamiento de energía | Constante Creciente Creciente | A |
Equidad | Capacidad de acceder a energía de manera continua y a precios razonables | Acceso a energía eléctrica Tarifas de energía eléctrica Precios de gasolina y diesel oil | Creciente Decreciente Decreciente | C |
Sostenibilidad ambiental | Transición del sistema energético hacia la mitigación y reducción de daños potenciales al medio ambiente | Intensidad del uso de energía Generación eléctrica de baja emisión de carbono Emisiones de CO2 per cápita | Decreciente Creciente Decreciente | B |
Debido a que el Informe del TME presenta únicamente la calificación, seguidamente, se intenta dar una interpretación para el caso de Bolivia:
i. Seguridad energética = A:
Se deduce que el análisis se habría enfocado en el abastecimiento doméstico de gas natural y no así la creciente importación de combustibles líquidos; la diversificación de la generación eléctrica es relativa pues 60% está concentrada en termoelectricidad, 37% en hidroelectricidad y solo el 3% en energías renovables alternativas; además de los embalses propios de los proyectos hidroeléctricos, no existen proyectos específicos de almacenamiento de energía en el país (baterías, bombeo), debido a que la cantidad de generación intermitente existente aún no lo requiere.
ii. Equidad = C:
De acuerdo con el MHE, si bien la cobertura del servicio eléctrico es del 98% en ciudades capitales, sólo el 57% de la población rural tiene acceso a electricidad; en cuanto a los precios de energía, éstos son accesibles gracias a la subvención del gas natural para la generación termoeléctrica y de los precios de la gasolina y diésel oíl importados para el consumidor final, lo que obstaculiza la transición hacia sistemas de energía más limpia.
iii. Sostenibilidad
ambiental = B:
Según información del MHE, la tendencia de la intensidad de uso de energía ha sido, más bien creciente desde el año 2020; por otro lado, se podría afirmar que, por el contrario, la emisión de CO2 per cápita ha tenido una tendencia creciente, debido a la agresiva deforestación en la Amazonia boliviana en los últimos años.
Como se puede apreciar, la medición de desempeño del TME, puede brindar una perspectiva importante sobre el desarrollo del sector energético del país comparado con el resto del mundo.
Por lo tanto, es importante remarcar la necesidad de formar parte de organizaciones de influencia global como el CME. Este debiera ser uno de los objetivos de integración de la política sectorial. Si Bolivia fuera miembro del CME, se podría utilizar el esquema del TME para evaluar de manera profunda su desempeño en términos de transición energética. Bolivia necesita la guía de lineamientos innovadores y de apertura a la cooperación global.
Perfil
Susana Marcela Gonzales Chávez, posee una maestría en Economía y 20 años de experiencia profesional en análisis económico financiero en el sector de hidrocarburos y energía, realizando evaluación de riesgo financiero y costos de proyectos para la planificación estratégica de negocios, así como negociación y gestión de contratos