
El siglo XXI recibió a nuestra industria petrolera en las mejores condiciones posibles que se podía esperar para su desarrollo, del gas y condensado para el mercado interno y excedentes para su exportación. Los dirigentes que recibieron la industria en esas condiciones, al no haber intervenido para llegar a ese estado, se comportaron como quien recibe una gran herencia de un pariente lejano. Por falta de conocimiento e ineptitud manejan la industria con visión de corto plazo.
Tal es así que tardíamente iniciaron labores de exploración para encontrar reservas que repongan las que se estaban produciendo y exportando. Los resultados han sido negativos hasta la fecha, pero en cambio los ingresos resultaron ser los mejores y más importantes de la economía nacional. El contrato vigente ha fenecido en julio de 2019, momento muy temido por el fuerte impacto negativo en la economía nacional.
El actual Ministro de Hidrocarburos no coincide con esta interpretación. Indica que el contrato suscrito es uno de transferencia de reservas de gas y que hasta la fecha no hemos entregado el total y que en los próximos 4 años debemos entregar 1 millón de millones de pies cúbicos de gas (1 TCF). Para estas entregas se mantendrían lo estipulado en el contrato en cuanto a precio, calidad, etc. Lo anterior no es correcto.
De acuerdo a nuestra Ley no se pueden firmar contratos de compra venta de reservas de hidrocarburos. Ese es un principio de oro presente en todas las legislaciones de hidrocarburos. Resulta inexplicable cómo un ministro del ramo haya cometido el error de confundir el contrato de compra y venta de producción con un contrato de reservas que es inexistente en nuestra legislación.
Para no entrar en mayores detalles, le citamos una parte del Articulo 16 de la Ley 3058: “Las reservas de hidrocarburos, cualquiera que sea el estado en que se encuentren o la forma en que se presenten son de dominio directo, inalienable e imprescriptible del Estado”.
La confusión aumenta porque el Estado brasilero ha dispuesto que no existan actores dominantes en la distribución de gas natural en su país. Por tanto PETROBRAS se retirará del gasoducto Bolivia – Brasil, mediante una licitación pública y también dispondrá de sus inversiones en las compañías distribuidoras de gas. En esa forma el estado brasilero estima que podrá aumentar el número de participantes privados, lograr una rebaja en los costos y por tanto una disminución en el precio del gas al consumidor.
Con referencia al mercado argentino, la respuesta oficial de las autoridades del gobierno vecino es en sentido que todavía no se ha llegado a la autosuficiencia, que estima será posible gracias a la producción de Vaca Muerta en dos a tres años. Eso indica que el actual contrato que se tiene hasta el 2026, podría concluirse antes de esa fecha.
Los resultados de las elecciones primarias en ese país, muestran que Macri será reemplazado por la fórmula peronista de Fernandez – Kirchner. Al hacerse cargo del gobierno, en el sector energía, el peronismo tiene dos facturas políticas que pagar. La conclusión del gasoducto del Noreste argentino (GNEA), iniciada por el ex Presidente Kirchner para dotar de gas natural a “6 millones de argentinos y dejen de ser ciudadanos de segunda clase”. Esta obra fue duramente criticada por el actual Presidente Macri.
La segunda factura pendiente es dar mayor énfasis al desarrollo de Vaca Muerta, teniendo en cuenta que la Sra. Kirchner en su anterior mandato, utilizó ese tema para obligar a Repsol a retirarse de la Argentina. Lo anterior nos permitiría elucubrar que en unos 3 a 5 años tendríamos nuevamente un mercado abierto en Argentina.
Toda vez que se insinúa la salida de gas boliviano hacia el Pacifico, el interés peruano se hace nuevamente presente. Perú vería con mucho agrado que gas boliviano y peruano en sociedad instalen fertilizantes y otras plantas petroquímicas en el puerto de Ilo. La llegada de gas peruano al puerto de Ilo es en gran parte dependiente de la llegada de gas boliviano a dicha localidad. Parecería que las reservas peruanas no son suficientes como para garantizar el funcionamiento de plantas petroquímicas y de ahí el interés en nuestro gas.
Lamentablemente, las reservas actuales y capacidades de producción de Bolivia no justifican emprendimientos como los indicados. Por tanto, la comercialización de gas boliviano en el Perú es un proyecto con un plazo indeterminado.
En su plan de internacionalizar YPFB, nuestra empresa estatal está dando prioridad de comercializar GLP e instalar redes domiciliarias de gas en diferentes ciudades del Perú. Esta es una posibilidad muy remota.
En síntesis podemos ver que la conclusión del actual contrato de venta de gas a Brasil no implica que se dejará de enviar gas a ese país. Parte del Sudeste del Brasil no tiene ningún acceso, al presente, de gas natural si no es de Bolivia que representan a unos 10 a 15 MMm3/d de gas. Ese es el único mercado que nos queda para un próximo y mediano futuro.
AUTOR:

Analista y ex superintendente de Hidrocarburos