¿Con o contra Greta? La adolescente que divide aguas
Cada vez que habla frente a un micrófono, ella se inclina y dice su nombre completo, como si el mundo todavía no la conociera. “Mi nombre es Greta Thunberg, tengo 16 años”, dice. Y la pronunciación en sueco es “Grieta Tun-berg”. Aunque los medios del mundo insistan en pronunciar su apellido con un sonido más parecido a Thunder, que significa trueno. Grieta o trueno, lo cierto es que hoy su nombre divide aguas en todo el mundo. De un lado, los que la levantan como la audaz profeta del cambio climático. Y por otro, los que la atacan con crueldad y pocos argumentos, y la descalifican por naif, por ser Asperger, por haber dejado el colegio, por ser mujer, por tener 16 años y querer retar a los mandatarios con un “¿cómo se atreven?”.
La catarata de críticas se desató ayer en las redes. La acusan de ser la cara de una campaña de marketing del capitalismo verde, que busca vender “productos eco-friendly” como cepillos de dientes de bambú. Otras versiones más audaces se animaron a inventarle un parentesco con el magnate George Soros y hubo memes en las redes en los que se la señaló como “la encarnación del anticristo, versión ideología de género”.
¿Por qué la figura de una adolescente de trenza interminable interpela de esa forma, sobre todo al mundo adulto? Las respuestas no son sencillas. Ayer, en su discurso ante las autoridades de la Cumbre del Clima en Nueva York, Greta acusó a los mandatarios de haberle arruinado la infancia. Se la vio hablar de una manera muy afectada, emocionalmente desbordada.
Batalla en Wikipedia
El perfil de la activista en Wikipedia se convirtió ayer en un campo de batalla. Ahora, solo dice que es “una activista ambiental sueca, centrada en los riesgos planteados por el cambio climático”. Ayer, un usuario lo editó de modo que dijera que Svante Thunberg, el padre de Greta, era nieto de Lenin. Otro usuario lo borró. Y otro más agregó “activista de la ultraizquierda y a favor del neomarxismo global, que sus padres eran fervientes miembros activos del partido Comunista Noruego (aunque viven en Suecia) y que “es sobrina nieta del George Soros”. Todas referencias que sufrieron más de 300 ediciones en un par de horas en la plataforma colaborativa y que finalmente fueron eliminadas horas más tarde.
Las críticas contra Greta llegaron tanto de la derecha como de la izquierda: “Es una burguesa privilegiada que quiere vendernos el cuento del consumo ético y el ecocapitalismo”; “Es una marxista cultural financiada por la ONU, para instaurar la dictadura vegana comunista”; “Es una racista eurocéntrica que silencia a los activistas de las minorías étnicas”; “Es una socialista alarmista”. Y la lista sigue.
Hasta el propio Donald Trump fijó posición sobre Greta en Twitter: “Parece una niña muy feliz que espera un futuro brillante y maravilloso. ¡Es tan agradable de ver!”, escribió y publicó a continuación el video en el que la adolescente, entre la indignación y las lágrimas, reclama que le robaron sus sueños. Otro video ya agitaba las aguas antes del tuit de Trump. Fue el que capturó el fotógrafo de Reuters, Andrew Hofstetter: el presidente estadounidense llegando a la cumbre, poco antes de que hablara Greta, y la adolescente con la cara transfigurada por la indignación de solo verlo pasar. Minutos después, con ese coraje y frustración, dio el discurso “How Dare You!”.
¿Por qué esos datos que repite como un mantra desde hace un año ante parlamentos y cumbres, ayer la sobrepasaron? Nadie lo sabe, algunos señalan que fue después de haberse cruzado con el presidente Trump, que ni siquiera notó su presencia cuando llegó a la sede donde se desarrollaba la cumbre. La mueca de Greta, que levanta una ceja y lanza una mirada de odio, sus lágrimas poco después, su cara desencajada cuando le tocó hablar, desataron las posiciones a favor o en contra.
Tal vez fue porque muchos la vieron por primera vez hablar desde el enojo y la impotencia, con un tono y una bravura impensadas para una chica prodigio, lo que desató la reacción de los haters. ¿Quién es esa chiquita que hace un año falta al colegio y que pretende decirles a los mandatarios qué tienen que hacer? ¿Está bien de la cabeza? La catarata de comentarios no se detuvo más: la llamaron hasta la Carrie sueca del cambio climático.
Dicen los especialistas que su discurso apocalíptico agita los peores miedos, incluso en el mundo adulto. Una niña agorera que grita que el mundo se acaba, al estilo de los profetas del Antiguo Testamento.
“Ella despierta el miedo. Y lo hace con un basamento, con datos científicos en mano. Entonces hay que desacreditarla. Digamos que no es real. Que no va a ocurrir. Su mensaje despierta el pánico y hay que bajar de alguna manera la angustia que eso genera. Entonces la descalifican porque es chica, es mujer y es Asperger. Porque viene de Suecia y no tiene necesidades”, apunta Mónica Cruppi, psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
“Descalificándola a ella, creemos que podemos tapar el sol con un dedo. Su condición de Asperger le aporta una hipermemoria y la capacidad de recordar y acumular muchísimos datos. Pero los datos que trae son reales. Negarlo no cambia la realidad”, agrega.
“Lo que plantea Greta es una idea muy sencilla. No propone algo distinto. Dice que los científicos ya hablaron. Ahora, ustedes hagan lo que tienen que hacer y háganlo ya. Dejen de hablar. Es muy concreta, pero lo que dice resulta incómodo y esquivo. Los dirigentes se las vienen arreglando para ir pateando hacia adelante los compromisos que asumieron de reducción de emisiones de gases efecto invernadero. Y esta chiquita los viene a poner en descubierto”, dice Andrés Nápoli, director ejecutivo de Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN)
“El mensaje de Greta llega en un momento en el que la comunidad científica dice que estamos en un momento crítico. Al mundo, le llega la preocupación de la mano de los jóvenes. Me llama mucho la atención que vuelvan a aparecer con todo esto aquellos que relativizan hasta los informes del IPCC (el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de Naciones Unidas). Volver a discutir la existencia del cambio climático nos deja en un lugar muy peligroso”, dice.
“Si el discurso de esta chica fuera molesto para las élites no sería recibida con alfombra roja por la ONU y no hubiera cruzado el océano en un barco patrocinado por una multinacional del automóvil. Es una idiotez pensar que el discurso de Greta es incómodo para los poderosos”, publica un usuario de Twitter.
A Greta se la apuntó en estos días por muchas cosas. Por agitar el apocalipsis, por ejemplo, cuando les dijo a los diputados de la Unión Europea: “Quiero que entren en pánico y que actúen como si la casa estuviera en llamas. Ya usé esta metáfora antes y me dijeron que no era una buena idea porque el pánico nunca conduce a nada bueno. Pero piensen que si están en una casa en llamas, para actuar necesitan sentir un poco de pánico”, dijo, vestida con la misma camisa que usó para hablar cinco días ante el Congreso de EE.UU. Y la misma con la que habló ante el parlamento en Londres. De hecho, repetir la ropa no está en su lista de preocupaciones, aunque también por eso ayer la habían criticado en las redes. De hecho, el 20 de agosto de 2018, en su primer día de huelga escolar en Estocolmo, usó las mismas zapatillas con las que entró ayer a la sede de la cumbre para hablarle a los mandatarios.
“A los que hacen extraños comentarios acerca de los modos o gestos de Greta les recuerdo lo que ella misma dijo: ‘Tengo Asperger y eso significa que a veces soy un poco diferente de la norma’. Y, dadas las circunstancias correctas, ser diferente es un superpoder”, publicó la escritora Claudia Piñeiro. Porque hasta su condición de Asperger fue blanco de críticas.
“Orgullosa de estar en el espectro”, publicó Greta el 2 de abril, por el día mundial de los trastornos del espectro autista, entre los que se encuentra el Asperger. Ella y su hermana menor, que ahora tiene 14 años, lo son. “Y no, el autismo, no es un ´regalo o un don´. Para la mayoría, es una lucha interminable contra las escuelas, los lugares de trabajo y contra los que nos hacen bullying. Pero en ciertas circunstancias, haciendo los ajustes correctos, aprendiendo a vivir con ello, puede ser un súperpoder. En estos años, atravesé por depresiones, alienación, ansiedad y trastornos alimentarios. Pero sin mi diagnóstico, nunca hubiera comenzado la huelga escolar. Porque entonces habría sido como todos los demás. Nuestras sociedades necesitan cambiar, y necesitamos personas que piensen fuera de la caja y debemos comenzar a cuidarnos unos a otros. Y abrazar nuestras diferencias”, escribió la adolescente.
(Yahoo! con información de la Nación)