
La transición energética en Oil & Gas exige estrategias personalizadas, eficiencia, tecnología y digitalización para reducir emisiones y adaptarse al descenso progresivo de la demanda fósil, para construir un modelo más limpio y sostenible.
Transformar una de las industrias más intensivas en emisiones de carbono no es tarea fácil. La transición energética en el sector del Oil & Gas avanza, pero requiere enfoques específicos, tecnología adecuada y una gestión diferenciada. Así lo expuso Fernando Cuenca, Consultor en Eficiencia Energética y Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).
“La industria del Oil & Gas es distinta a todas, principalmente si hablamos del Upstream ”, dijo el experto, en contacto con Energy Press desde Argentina. “No se pueden aplicar recetas genéricas. Cada acción tiene que adaptarse a sus procesos, su escala y su complejidad”.
Desde su formación, Cuenca ha transitado entre los sectores técnicos y de gestión, acumulando experiencia en estrategias de descarbonización, digitalización de operaciones y eficiencia energética.
Su mirada integral le permite advertir cuáles son los errores más comunes cuando las empresas intentan abordar la transición energética, y cuáles son las claves del éxito.
Transición energética con una visión estratégica
Una de las primeras preguntas que deben hacerse las empresas, según el especialista, es: ¿qué las está empujando a descarbonizarse? “No siempre es una decisión voluntaria. Muchas veces la palanca son los reguladores nacionales, los accionistas o los mercados internacionales, especialmente cuando se quiere exportar a Europa. Son los stakeholders quienes terminan definiendo el camino”, explicó.
En ese contexto, recomendó comenzar por la eficiencia energética, una herramienta “relativamente rápida y de bajo costo”. Empresas con procesos consolidados pueden recurrir a normas como la ISO 50001, que establece un marco claro para la gestión de la energía. “No se trata solo de ejecutar acciones aisladas, sino de implementar una política continua de mejora y seguimiento. Descarbonizar antes de optimizar, aumenta los costos y reduce los impactos.”
Otro aspecto importante en la descarbonización es el control de emisiones fugitivas. El especialista destacó el rol de tecnologías avanzadas que permiten detectar emisiones de metano –un gas incoloro e inodoro, con potencial de calentamiento global mucho mayor que el CO₂– mediante cámaras OGI, drones, sensores montados en aviones o incluso satélites. “Esas fugas antes pasaban desapercibidas y se tardaba mucho en identificarlas. Ahora, con la tecnología disponible, se puede actuar rápido, reducir emisiones y recuperar gas valioso con poder comercial”.
Acciones concretas en marcha
Entre las medidas concretas que hoy se implementan en la región, resaltó la electrificación de procesos, la reconversión de sistemas neumáticos a gas de producción por aire comprimido, la gestión eficiente del venteo y las mejoras en los sistemas de recuperación de vapores. En particular, subrayó el avance de iniciativas internacionales como el Zero Routine Flaring (cero quema rutinaria), impulsado por Banco Mundial y adoptado por muchas empresas internacionales, que reduce significativamente el desaprovechamiento del gas y al mismo tiempo el impacto ambiental de la producción.
También mencionó casos exitosos en Argentina, como la instalación de unidades de recuperación de vapor (VRU) en tanques de almacenamiento y proceso de petróleo. “Antes era una tecnología poco utilizada, pero con el aumento de producción de hidrocarburos no convencionales, más livianos, se masificó y demostró su eficacia. El repago es rápido y el impacto ambiental se reduce drásticamente”, aseguró.
La gestión de antorchas también ha evolucionado: “Antes sobraba gas y se lo quemaba; hoy se busca maximizar el aprovechamiento, mejorar la evacuación y reducir las emisiones. Estas mejoras operativas se traducen en menor huella de carbono y mayor eficiencia económica”, dijo Cuenca.
Energías renovables y digitalización
Otro gran paso hacia la transición energética es la electrificación con fuentes renovables. En muchos casos, las empresas ya conectadas al mercado eléctrico están reemplazando contratos de generación térmica por contratos con fuentes renovables. “Ese cambio es transparente para la operación: el sistema eléctrico nacional funciona como buffer, absorbiendo la intermitencia de las renovables mientras se mantiene la continuidad de los procesos”.
En zonas remotas, las soluciones incluyen energía solar con baterías para sistemas de iluminación o transmisión. Sin embargo, el especialista aclara que “su impacto es limitado cuando hablamos del consumo total de energía de una operación de Upstream, pero sí son pasos importantes dentro de una estrategia integral que buscar reducir sus emisiones al mínimo”.
La digitalización se presenta como una de las herramientas más potentes del presente. Permite tomar decisiones rápidas, reducir márgenes de error y optimizar procesos complejos en entornos extremos. “Con sensores en campo, datos en tiempo real y análisis predictivo, podemos identificar ineficiencias, ajustar equipos como bombas o compresores, y mejorar el desempeño general. Así se maximiza la disponibilidad y se reducen las emisiones”, explicó.
De petroleras a energéticas
Una transformación estructural que ya se vislumbra en las grandes compañías es la conversión de productoras de hidrocarburos en empresas integradas de energía. “Muchas ya están incursionando en hidrógeno, litio o renovables. Buscan prepararse para un escenario en el que la demanda de petróleo y gas irá en descenso”, afirmó. Aunque no se espera que esta demanda llegue a cero , el pico está cerca, el declive es inminente y será significativo.
Empresas como TotalEnergies o YPF ya están diversificando su portafolio, anticipándose a ese nuevo paradigma. “Es una reconversión que empieza siendo marginal, pero a largo plazo será esencial. Si no se preparan hoy, quedarán fuera del mercado del futuro”, advirtió el experto.
La transición energética en el sector del Oil & Gas no puede seguir un manual genérico. Requiere comprensión profunda del negocio, evaluación tecnológica específica y, sobre todo, una estrategia bien pensada, basada en datos y adaptada a cada contexto operativo.
El camino es largo y está lleno de desafíos, pero también de oportunidades. La clave está en saber por dónde empezar: mejorar la eficiencia energética, integrar nuevas tecnologías, reducir emisiones y, paso a paso, construir un modelo energético más limpio y sostenible.
“Cada empresa debe encontrar su propia receta. Lo importante es empezar cuanto antes, luego será más caro o incluso imposible”, concluyó Cuenca.




