
Geopolítica global del hidrógeno verde y su incidencia en Bolivia
La geopolítica del hidrógeno verde 2025-2035 estará dominada por normas, demanda regulada y certificación interoperable internacional.
Oscar Siles Chávez, Presidente de la AEE Bolivia y consultor Internacional en Ecosistemas de Hidrógeno Verde

La geopolítica del Hidrógeno Verde y sus derivados (Power-To-X) se está ordenando en torno a quién define las reglas y quién garantiza la demanda. Estados Unidos marca una “base técnica” alta con el Crédito 45V (verificación de adicionalidad, entregabilidad y matching horario) desde 2030, influyendo más allá de su mercado y fronteras. Por su parte, la Unión Europea actúa como “mercado norma”, ya que a través de sus Actos Delegados RFNBO fijan cómo debe producirse y trazarse la electricidad renovable usada en H2, mientras iniciativas ReFuelEU Aviation y FuelEU Maritime crean demanda regulada para e-combustibles. Organismos como el Hydrogen Bank y H2Global anclan precios y contratos de largo plazo.
En el otro frente, Asia combina poder comprador y política industrial: Japón y Corea ofrecen CfD (producto financiero derivado que permite a los operadores tener exposición al movimiento de precios de un activo subyacente, como una acción, sin poseer el activo en sí) y estándares para importar amoníaco y e-combustibles, convirtiéndose en “compradores ancla”; al mismo tiempo, China (y en ascenso India) lidera la fabricación de electrolizadores, condicionando el CAPEX global. Oriente Medio (NEOM, Hydrom) y Australia apuestan por megaproyectos exportadores con ventaja de recurso y puertos profundos; África del Norte y África austral emergen como proveedores de la UE por proximidad; América Latina y el Caribe cuenta con recurso competitivo, pero su acceso a los mercados dependerá de certificación interoperable y logística para amoniaco y metanol verdes.
En síntesis, el comercio entre 2025 y 2035 tenderá a fluir desde las regiones de MENA hacia UE, Australia hacia Asia y América hacia UE/Asia, con amoníaco y e-metanol como vectores dominantes; la certificación robusta y el cumplimiento horario serán el pasaporte para capturar demanda y financiamiento bancable.
El avance global del hidrógeno verde y derivados impacta a Bolivia en tres frentes integrados. Energético: las reglas internacionales (RFNBO UE y 45V EE. UU.) obligan a diseñar proyectos con adicionalidad renovable, trazabilidad y emparejamiento horario desde 2030, lo que implica incorporar nueva generación solar/eólica respaldada por firming (BESS u otros), PPAs dedicados, medición hora a hora y una contabilidad de huella de ciclo de vida verificable. Económico comercial: el valor se captura en derivados comerciables, sobre todo amoniaco (fertilizantes y marítimo) y e-metanol (marítimo y químicos), con compras de largo plazo anclados en mecanismos como H2Global y en mandatos ReFuelEU/FuelEU.
Esto habilita financiar proyectos con multilaterales; y exige asegurar la logística fluvial por la Hidro vía Paraguay–Paraná y terminales compatibles para amoniaco y metanol verdes. Tecnológico institucional: para ser bancable, el proyecto debe nacer “compliance ready” con un sistema MRV digital (medición fiscal en generación, interconexión y consumo, cadena de custodia y garantías de origen), adoptar un esquema de certificación interoperable (p. ej., CertHILAC), y seleccionar tecnologías maduras (electrólisis + síntesis PtX) con garantías de performance y plan de repuestos; todo ello integrado a una EIA robusta (agua y medio ambiente) y a una gobernanza con PMO/Owner’s Engineer.
En síntesis, Bolivia puede posicionarse en la primera ola exportadora si combina recurso renovable competitivo con cumplimiento regulatorio internacional, contratos de venta “mandate linked” y una logística segura, traduciendo el impulso geopolítico en inversión, empleo calificado y nuevas cadenas industriales.
Entre 2025 y 2035 el despliegue estará dominado por políticas y normas que crean demanda y bancabilidad. La cadena de suministro de equipos madurará (fabricación asiática con reducción de CAPEX), mientras la certificación interoperable y la contabilidad de carbono convergerán gradualmente para dar liquidez a los contratos.