El precio del oro aumenta, mientras Bolivia enfrenta contrabando y falta de control, afectando regalías y patrimonio. Por Hector Cordova Eguívar, Analista e investigador del sector minero en Fundación Jubileo La cotización internacional del oro ha estado en permanente subida como nos muestra la gráfica de abajo; el 18 de octubre abrió en 2712 dólares la onza troy.Al terminar septiembre, se aproximó a 2700 dólares y hoy superó ese límite. La percepción de un futuro incierto, asociado a la violencia que se vive en el mundo, sumada a la impotencia de los organismos creados para mantener la paz ha incrementado la demanda de oro porque se lo ve como un refugio.En nuestro país, la escasez de dólares no sólo encarece los artículos importados, sino que provoca la salida clandestina de oro hacia países donde se pague su valor en la divisa tan codiciada.Hasta el mes de agosto, el pasado año, Bolivia había exportado 41 y 33 toneladas de oro; este año, apenas 8. Cualquiera pensaría que ha habido un descenso en la producción; pero eso no coincide con lo que se observa en las zonas de fuerte extracción aurífera ni con un pensamiento racional que aconseja producir más, dado el precio internacional.Desde hace diez años, llegan rumores de dentro y fuera del país que dicen que parte del oro que exporta Bolivia es oro peruano que ha ingresado a Bolivia aprovechando los bajos niveles de control fronterizos y la extremadamente baja carga fiscal que pesa sobre este metal.Dado que no se puede vender el oro en dólares, es lógico suponer que, si hubiera existido el contrabando que se dice, éste habría sido suspendido este año por la razón mencionada.Sin embargo, hay otra gran parte de oro que no está siendo registrada como indica la norma y sale de contrabando hacia países vecinos. El país pierde por partida doble, pierde su patrimonio y no recibe regalías ni impuestos por su venta.Los resultados de esta mala práctica recaerán sobre las gobernaciones y municipios de donde se extrae el oro. La Paz será el departamento más afectado, luego estarán Cochabamba y Beni.Aunque el oro que se extrae del territorio nacional está, casi, íntegramente registrado a nombre de cooperativas mineras; una inspección a la zona muestra que hay organizaciones que no son cooperativas ni empresas que explotan el oro y que usan maquinaria y equipos pesados, que contaminan el ambiente, se enfrentan a comunidades y parecen obedecer a consignas y estrategias foráneas.La explotación del oro en nuestro país está lejos de ser una actividad transparente y cumplidora de las leyes, el Banco Central, en el proyecto de ley del oro del 2021 expuso la forma en que las comercializadoras de oro han hecho disminuir sus reservas de dólares: “Adicionalmente, los informes técnicos mostraron que, en el proceso de exportación de oro, los bancos corresponsales de los comercializadores en el sistema financiero nacional reciben dólares estadounidenses; pero no realizan la transferencia de estas divisas a una entidad financiera nacional, manteniendo su posición de activos externos. Al momento de pagar en efectivo en dólares, las entidades financieras acuden al BCB para comprar dólares, generando una diminución directa en las reservas internacionales.”La acumulación de las diversas infracciones cometidas por las organizaciones que explotan el oro es un retrato de las limitaciones nacionales para controlar sus actividades. Los años pasados, Bolivia sufrió grandes pérdidas por las irregularidades cometidas; pero este año, la situación es muy grave; aproximadamente las tres cuartas partes del oro que se explota no se han registrado y hay menos regalías para las regiones y la pérdida de patrimonio es significativa.El control tiene que ser descentralizado y la comercialización centralizada para recuperar la soberanía sobre un recurso estratégico para el desarrollo nacional.