Economía del hidrógeno de bajas emisiones en América Latina y Bolivia
La realidad boliviana en correspondencia al desarrollo del H2V refleja que aún no estamos en pañales porque todavía no nacimos a la nueva economía del hidrógeno.
Por Oscar Siles, CCP, PMP, presidente AEE Bolivia Chapter
El desarrollo del hidrógeno de bajas emisiones como vector energético cobra cada vez mayor protagonismo a nivel global, allanando el camino para la consolidación de ecosistemas de hidrógeno que connotan las economías locales, regionales y globales.
Justamente en esa línea, la economía del hidrógeno trata de un modelo económico energético alternativo que consiste en producir hidrógeno bajo en carbono, visto como vector energético, con costos de producción competitivos en relación al hidrógeno gris (producido con base en fósiles); y con aplicaciones diversas que van desde los sistemas eléctricos, industria, electromovilidad y combustibles verdes y/o sintéticos. La base para la producción de hidrógeno de bajas emisiones de CO2 son las fuentes de energía eléctrica renovables como la fotovoltaica, eólica, hidráulica, biomasa, entre otros, que, bajo un proceso de intervención de electrolisis, separa el hidrógeno del oxígeno, ambos provenientes del agua; y de esta manera se obtiene dicho vector energético.
La economía del hidrógeno implica dinamizar elevadas cantidades de inversiones de capital, tecnologías emergentes de sistemas de electrolisis, sistemas de almacenamiento de energía (BESS por su sigla en inglés), sistemas de almacenaje y transporte de hidrógeno, amoniaco verde y otras aplicaciones del mismo. Este vector energético está impactando en las economías nacionales cada vez más en países a nivel global, al punto que, los gobiernos han empezado a asumir el desafío de ingresar a la carrera del hidrógeno, lo que trae consigo, una nueva reestructuración de poderes económicos en todo el mundo y por lo tanto, una emergente reconfiguración geopolítica regional y continental.
Los países con mayor poderío energético están obligados a repensar y recrear sus modelos de negocio y estrategias de expansión geográfica antes de ser alcanzados y rebasados por países con economías emergentes que están apostando por el desarrollo de los ecosistemas de hidrógeno de bajas emisiones.
Para el caso de países de la región de América Latina, como Chile, Brasil y Colombia principalmente (en ese orden, la organización H2LAC emitió su ultimo reporte a junio 2024 de países de la región que están avanzando más rápido en la carrera del hidrógeno), ya tienen políticas energéticas de hidrógeno más sólidas que otras naciones. Están desarrollando a pasos agigantados no solamente plantas pilotos de producción de hidrógeno verde (H2V), sino también, proyectos de gran envergadura así como plantas para aplicación de Power to X (PTX) del H2V, como ser amoniaco verde, e-metanol, crudo sintético (Power-to-Liquids, PTL). La realidad boliviana en correspondencia al desarrollo del H2V refleja que aún no estamos en pañales porque todavía no nacimos a la nueva economía del hidrógeno, ya que no contamos con el certificado de nacimiento que equivaldría a la Hoja de Ruta y la Estrategia del Hidrógeno.
Un elemento clave que determina la viabilidad del negocio del hidrógeno de bajas emisiones y por consiguiente la consolidación de las economías del hidrógeno, es el costo de producir este vector energético y su competitividad en relación a la producción de hidrógeno en base a recursos fósiles (hidrógeno gris).
Este elemento es el costo nivelado de producción de hidrógeno (LCOH por sus siglas en ingles), que significa determinar cuántos dólares cuesta producir un kilogramo de hidrógeno (USD/Kg). Si vemos el escenario actual en lo que es la producción de hidrógeno gris, los valores de LCOH oscilan entre 1,2 y 1,5 USD/Kg (IRENA, 2023), muy por debajo de los que actualmente se puede alcanzar con la producción de hidrógeno verde en base a energías renovables como fotovoltaica y eólica, pues estos valores están en rangos desde 3.7 hasta 6,1 USD/Kg dependiendo el tipo de fuente de energía, tipo de electrolizador, nivel de rendimiento de estos, entre otros, lo cual aún no hace atractivo el desarrollo de proyectos y emplazamiento de plantas de hidrógeno verde. Cabe destacar que hay dos drivers en la estructura de costos del LCOH que son determinantes en el costo de producción, estos son el costo de electricidad (55-70%) y el CAPEX de la planta (20-25%).
Bajo este contexto y realidad de las economías emergentes de hidrógeno, Bolivia tiene al mismo tiempo grandes oportunidades como desafíos por enfrentar, entre estos se puede mencionar, privilegiados en niveles de radiación solar a nivel global, definir precios del MWh atractivos para incentivar estos proyectos, apostar por desarrollar proyectos de grandes plantas de hidrógeno para soportar el mercado nacional con miras a la exportación, aprovechar la reducción de costos de los electrolizadores (USD/KW).