
El experto boliviano Hernán Vera considera que la nucleoelectricidad seguirá desarrollándose en el planeta.
A las 14:46 horas del día 11 de marzo de 2011, el mar del noreste del Japón, a unos 130 kilómetros de la costa, fue sacudido por un terremoto de extrema y poco frecuente magnitud, 9.0 en la Escala de Richter, seguida de un maremoto o tsunami que, 41 minutos después, devastó la costa de la Prefectura de Fukushima-Dai-ichi, al norte de la ciudad de Tokio.
El tsunami cuyas olas alcanzaron alturas de más de 15 metros inundó cerca de 600 Km de superficie, causando la muerte a 19.000 personas, cientos de miles de viviendas y otras construcciones. En esta región operaban cuatro complejos o centrales nucleares con 11 reactores nucleares generando 9.377 megavatios (MW) de elctricidad.
Los informes oficiales demuestran que los daños resultantes del movimiento sísmicos a los reactores nucleares, que en ese momento estaban funcionando, no fueron de consideración y que los sistemas de seguridad para este tipo de eventos respondieron conforme fueron diseñados al apagar oportunamente el funcionamiento de los reactores nucleares.
Sin embargo, a consecuencia de las inundaciones causadas por el tsunami, que inutilizó una parte significativa de los sistemas de suministro de energía eléctrica de emergencia, para el funcionamiento de las bombas de enfriamiento de los elementos combustibles, fue la causa principal de que estos elementos se fundieran en cuatro de los reactores por el intenso calor generado por la desintegración nuclear remanente en ellos, dando lugar a la emisión de productos radioactivos peligrosos al medioambiente: agua y aire.

Este episodio que muchos dudan de clasificarlo como un accidente nuclear propiamente dicho, tuvo y tiene todavía repercusiones a nivel local, nacional e internacional. Países como Alemania reaccionaron inmediatamente poniendo en cuestionamiento sus programas nucleoeléctricos, determinando el cierre de todas sus plantas nucleares hasta mediados de la década del 2020.
Otros, como Francia, Rusia, China, Korea y el mismo Japón, siguen apostando a la utilización de esta fuente de energía. Incluso, aquellos que tenian programas avanzados de instalación de nuevas plantas nucleares como Turquía y los Emiratos Arabes entre otros, siguen adelante con estos proyectos.
Para Hernán Vera Ruiz, experto internacional en aplicaciones de la energía nuclear y ex funcionario del Organismo Internacional de Energía Atómica, este episodio hizo que la industria nuclear realice una profunda revisión de los sistemas de seguridad y de diseño, aspectos que hasta la fecha se sigue avanzando de manera coordinada entre las mayores potencias o países fabricantes de esta tecnología como Estados Unidos, Rusia, Francia, Korea y China.
“Se dio, además, un fuerte impulso, con el financiamiento de gobiernos y de la empresa privada, para estimular el diseño de nuevos tipos de reactores nucleares que incorporen las lecciones aprendidas del accidente de Fukushima y otros. Se espera que en pocos años más ya algunos prototipos estén en plena operación”, afirmó Vera.
APORTE NUCLEAR
De acuerdo con datos que maneja el expero nuclear, en la actualidad, la contribución de la nucleoelectricidad al portafolio energético mundial está alrededor del 15%, cifra muy considerable que con seguridad irá en aumento en los próximos años, debido principalmente a las siguientes razones, a) su gran potencial de contribuir a combatir efectivamente el cambio climático al generar energía limpia con una contribución mínima de gases de efecto invernadero contrario a los combustibles fósiles; b) generación de electricidad económicamente competitiva con otras fuentes como la hidroelectricidad; c) una gran abundancia de materiales nucleares como el uranio y el torio en la corteza terrestre.
“Si miramos un horizonte más largo, digamos hasta fines de este siglo y más allá, este rol será cada vez más acentuado. Si nos preguntamos si la energía proveniente del núcleo atómico tiene futuro después de Fukushima, en mi opinión, la respuesta es un rotundo sí”, expresó.
Al mismo tiempo precisó que la nucleoelectridad, a pesar de que todavía tiene que solucionar importantes aspectos tecnológicos relacionados con la seguridad nuclear y el tratamiento definitivo de los desechos nucleares, además de la aceptación del público, está destinada a jugar un rol muy importante en las siguientes décadas.

EL RETO BOLIVIANO
El Programa Nuclear Boliviano (PNB), como está formulado, en su primera fase, la cual podría abarcar una o dos décadas o más, no contempla la incorporación de la nucleoelectricidad en el portafolio energético nacional. Esta situación es correcta puesto que Bolivia es bendecida por abundantes fuentes de energía limpia y renovable como la solar e hídrica, fuentes que deben ser explotadas con mayor intensidad en el próximo futuro, destacó Hernán Vera.
Para el experto, los actuales proyectos del PNB están relacionados con el uso pacífico de la enegía nuclear en áreas como la salud, agricultura, industria, medioambiente, educación e investigación. “Un aspecto importante es la formación de recursos humanos en disciplinas relacionas con el uso pacífico de la energía nuclear con la participación de las universidades e institutos de investigación del país, incluyendo la inserción de profesionales bolivianos a proyectos internacionales”, subrayó.
“Desde esta perspectiva -añadió-, pienso que el nuevo Gobierno podría hacer un análisis y evaluación de los objetivos y metas del PNB, tanto desde un punto de vista conceptual, alcances y relevancia nacional como también de los avances logrados hasta la fecha, esto con el fin de adecuarlos, si el caso fuese necesario, a las metas y objetivos políticos y de desarrollo.
No se debe olvidar que la ciencia y la tecnología nuclear demostró a lo largo de más de un medio siglo su importante contribución al desarrollo científico y tecnológico en todos aquellos países donde fue implementada. Bolivia no debe quedar al margen ni excluir la implementación de proyectos nucleares en el camino de su industrialización, modernización científica y tecnológica, y muy particularmente, en sus aplicaciones en la salud”, concluyó Hernán Vera Ruiz.