ANÁLISIS

Situación del sector eléctrico y generación renovable en Bolivia

El esfuerzo del Estado es insuficiente para lograr el cambio real de la matriz energética y requiere ayuda urgente. Necesita subastar el suministro de energía.

Por Sergio Arnez, Analista del sector eléctrico

Sergio Arnez

Como se sabe desde hace años, las reservas y producción de gas natural en Bolivia viene cayendo sostenidamente desde 2015 por exploración insuficiente, lo que derivó en una caída importante de los ingresos del país por exportación de este hidrocarburo, mientras que al mismo tiempo se incrementaron las importaciones de diésel y gasolina, hechos que, junto con la subvención de todos estos combustibles para el mercado interno, originó un déficit fiscal que mermó año a año los ahorros del país (las Reservas Internacionales Netas), al punto que actualmente (abril de 2023) existe una falta de dólares que ya ha generado un mercado paralelo.

Esta situación crítica hace extremadamente necesaria la reducción del consumo de gas natural, diésel y gasolina en el país, y en el sector eléctrico reemplazando la generación con gas por generación renovable, ya no solo por necesidad medioambiental, sino para salir de la espiral hacia el desastre económico en la que nos encontramos. Si no hay cambios importantes, la situación descrita será peor cada año, con las consecuencias que ya conocemos de países cercanos.

En 2022 la energía renovable fue 37% de la energía generada total en el Sistema Interconectado Nacional (SIN), porcentaje que, a pesar de operación de año completo de los parques eólicos de ENDE puestos en marcha a finales de 2021 (Warnes 14.4MW, San Julián 39.6MW y El Dorado 50.4MW) y la puesta en marcha de la planta generadora a partir de bagazo de caña de azúcar Aguaí Energía de 50MW, es inferior al de 2021 (que fue 38.9%), debido a que el 2022 fue un año seco y las hidroeléctricas redujeron su generación considerablemente, obligando a mayor generación con gas natural.

Aparte de Aguaí Energía, en 2022 no hubo ninguna adición de capacidad de generación renovable, mientras que la energía generada total se incrementó en 6.4% respecto a 2021, crecimiento que fue cubierto por más generación con gas natural.

Asumiendo un crecimiento vegetativo promedio de 5%/año, el SIN requiere alrededor de 500,000MWh adicionales cada año (monto que a su vez crece cada año), para lo cual se requiere instalar cada año al menos 200 MW eólicos, o 300 MW solares, o 150 MW biomasa, o 120 MW hidroeléctricos, o una combinación de estos. Es decir que se requiere ese nivel de esfuerzo solamente para evitar el incremento del gas requerido para generación.

Para reducir efectivamente el requerimiento de gas se necesita hacer mucho más que lo citado. Como ejemplo, para reducir la generación con gas al 20% del nivel actual en 10 años, se requiere instalar cada año el doble de la capacidad señalada en el párrafo anterior.

Para 2023 ENDE tiene previsto el ingreso de 5 MW geotérmicos de Laguna Colorada, para 2024 tiene previstos 290 MW hidroeléctricos del proyecto Irivizu, y para 2025 está previsto el ingreso de 210MW hidroeléctricos del proyecto Miguillas. Con estos proyectos, el 2026 la generación renovable llegará a cerca del 48% de la energía generada total, pero la participación volverá a caer si no se aseguran proyectos cada año. Por otro lado, estos proyectos originarán solo un pequeño descenso del requerimiento de gas natural durante 2 años, como lo muestra el cuadro de generación proyectada.

Es importante hacer notar que la implementación de proyectos toma varios años desde el momento de la adjudicación de la construcción, sin contar que para este hito se requieren estudios previos, ingeniería básica, búsqueda de financiamiento y licitación de construcción, que también toma muchos meses e incluso años, dependiendo de la tecnología del proyecto. El tiempo mínimo de construcción de proyectos solares es de al menos 1 año, eólicos 2 años, biomasa 2 años, hidroeléctrico 5 a 7 años, dependiendo del tamaño del proyecto. Como ejemplo, el proyecto Miguillas fue iniciado el año 2014 y el proyecto Ivirizu el año 2017.

Para 2026 y adelante no hay proyectos que estén confirmados

Lo anterior muestra que el esfuerzo del Estado es totalmente insuficiente para lograr el cambio real de la matriz energética y necesita ayuda con urgencia, pues de lo contrario cada año requeriremos más gas natural en vez de requerir menos.

Y para ayudarse, el Estado no necesita inventar la rueda, sino hacer lo que están haciendo cada vez más países: SUBASTAS DE SUMINISTRO DE ENERGIA. Este mecanismo consiste en que el Estado pone a disposición el cupo para el suministro de X cantidad de energía anual por el tiempo normal de recuperación de capital de un proyecto (normalmente 15 0 20 años), los ofertantes proponen el suministro de una parte o toda la energía anual en cuestión a un precio fijo, y el Estado elige a él o los ofertantes que más le convengan (los que ofrecen el menor precio). Con ello, el Estado consigue para los usuarios la energía más barata resultado de la competencia transparente, sin invertir un centavo y sin correr riesgos, pues la inversión y el riesgo de la instalación y operación de la nueva capacidad de generación los asume el sector privado, además de traer los efectos económicos positivos tan necesarios en este momento (inversión privada, creación de fuentes de empleo, etc).

Obviamente, la inversión privada requiere una remuneración a precios reales de mercado internacional y no a los precios subvencionados del Mercado Eléctrico Mayorista, por lo cual la implementación del sistema de subastas requerirá de un financiamiento similar al que ya están recibiendo actualmente los proyectos de este tipo de ENDE hace años. Para tener una idea, con un incremento imperceptible de 2.5% anual a la tarifa de electricidad al consumidor final se pueden financiar los 500,000MWh adicionales renovables que necesita el SIN cada año. Con un esfuerzo de incremento de 5% anual se puede lograr la reducción del requerimiento de gas al 20% del nivel actual en 10 años.

El sistema de subastas de suministro de energía renovable y el incremento anual moderado de las tarifas para financiarlo permitiría no solo reducir el requerimiento de gas y asegurar el suministro eléctrico en el mediano plazo, sino también reducir de a poco la subvención en el sector eléctrico, la cual mientras más tarde más difícil será de eliminar.

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